Por un lado, Otto Von Bismarck consideraba su principal objetivo diplomático mantener el aislamiento de Francia; por otro lado, Italia pensaba que su adhesión a la Alianza y su asociación a Alemania eran el mejor camino para acceder al rango de gran potencia. Italiaestaba descontenta por la actitud francesa (y más tarde Alemania) ante sus aspiraciones coloniales en Túnez y el Cuerno de África, y posteriormente se añadiría un problema por los intereses contrapuestos sobre el dominio del Trentino entre Austria-Hungría e Italia.
Los tres países acordaron apoyarse, en caso de ser atacados por Francia o por Rusia. El tratado fue reafirmado varias veces hasta 1913, aunque la posición italiana, como se vio al comenzar la guerra, era cada vez más incómoda. Finalmente, el Reino de Italia decidió combatir del lado de los aliados en 1915, rompiéndose así esta coalición y pasando a formar parte de la Triple Entente.
A Italia se le prometieron varios territorios a través del tratado de Londres que no fueron otorgados en la conferencia de París generando un descontento nacionalista (razón por la cual Benito Mussolini ingresó al lado del Eje en la Segunda Guerra Mundial), mientras que el Imperio otomano se unió a los imperios centrales. La guerra terminó con la derrota de la Triple Alianza, que se disolvió para siempre.
Fin de la Triple Alianza
Después de la Primera Guerra Mundial las potencias centrales fueron sometidas a sanciones aplastantes mientras que Italia no fue intervenida a pesar de haber tenido una antigua alianza con las otras dos.
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